Después de la mala experiencia al comenzar a comer después de la ileostomía y tras haber tenido la sonda nasogástrica por varios días (conectada a una bomba), estaba asustado y preocupado por lo que podría pasar cuando probara alimento otra vez.
Mencionaba que la sonda me fue retirada mientras permanecía sentado, pues si uno está acostado se corre el riesgo de que algo del líquido gástrico se derrame y afecte las vías respiratorias; por eso mismo al retirar la mangera no se debe inhalar, sino aguantar la respiración. Aunque esto último creo que sucede por mero reflejo, imagino que es difícil querer respirar cuando te sacan una manguera de más de 30 cm de largo por la nariz.
Así pues, el médico me explicó que era momento de intentar otra vez con la ingesta de alimentos, por lo que inmediatamente indicó una dieta blanda. Esta ocasión pedí que sólo me llevaran un caldo de verduras. Comí con cierto nerviosismo, despacio, de forma muy distinta a la vez anterior.
También, gracias a la asesoría de mi esposa, quien está muy familiarizada con temas de nutrición y trofología, seleccionaba parte de la comida que llevaban a la camilla, pues tratábamos de evitar que se repitiera el problema por el que pasé.
Pues bien, mi esposa llevaba jugo de fruta natural para que yo bebiera. Honestamente, esto lo hacíamos sin consetimiento de los médicos, sin embargo, me ayudó mucho a reponerme rápido. Claro está, lo tomaba despacio y a sorbos en distintos momentos del día.
A partir de esta recuperación, sólo fue cuestión de pocos días para que me dieran de alta, pues la dieta blanda la recibí bien y el estoma drenaba adecuadamente.
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