jueves, 21 de julio de 2016

Después de la operación

El estoma me lo colocaron en el lado derecho del abdomen, específicamente, lo que me realizaron fue una ileostomía. Es decir, que en la abertura del abdomen se somaba una porción del intestino delgado, mientras que el intestino grueso estaba sellado y reposando dentro de mí.

El cirugano le explicó a mi familia que me habían extirpado unos 15 cm de intestino grueso y una medida similar del intestino delgado, esto debido a la posición del tumor, pues suele cortarse un poco más de la zona afectada para prevenir cualquier propagación de células cancerígenas (anticipando que se tratase de un tumor maligno).

Ese segmento extirpado fue enviado a un laboratorio para hacerle estudios de patología y determinar qué clase de tumoración era aquella. Los resultados estarían listos en una semana (aunque al final estuvieron listos a las tres semanas).


La primera indicación tras la operación es caminar... caminar... caminar... tener buena higiene y seguir caminando. Pues gracias a tal movimiento se comienza a estimular el aparato digestivo que, tras el trauma que implica la operación, habría quedado paralizado.

El ritmo con el que se camina dependerá de cómo se sienta uno, de las fuerzas disponibles y, claro está, de si cuenta o no con ayuda de alguien más (para apoyar en el arrastre del carrito del suero o como mero apoyo moral y afectivo). No importa cuán rápido o lento vaya uno en su caminata, lo importante es ser constante. Recuerdo que incluso cuando no podía salir al pasillo, caminaba en el cuarto, dando vueltas como mascota amarrada en un árbol (jejejeje).

Los períodos de descanso también son importantes, no es pertinente agotarse andando de aquí para allá, sino combinar los momentos de caminata con los de reposo. La frecuencia puede ponerla uno mismo de acuerdo a su recuperación (30 min. caminando y luego 10 min. sentado; 15 min. caminando y 15 min. reposando; 60 min. caminando y 20 min. descansando, etc.).

Alimentos y bebidas estuvieron prohibidos por varios días. Todo entraba por la vena: glucosa, electrolitos, analgésicos y antibióticos (bastantes antibióticos).

En cuanto al aseo personal, ayuda mucho tener una silla en la regadera para no agotarse. Para mí era muy importante evitar que la bolsa de la ostomía se mojara mucho, ya que el estoma estaba muy cerca de la herida central en mi abdomen (que recorría desde debajo del esternón hasta por debajo del ombligo, con sus respectivas suturas... me recordaba a una especie de muñeco vudú) y debía recortar el área de la bolsa que lleva el pegamento para no pegar encima de la herida; esto propiciaba que se filtrara agua y se despegara muy rápido dicha bolsa.

La forma de hacerlo era colocando un plástico que pasara por encima de la bolsa y parte de la herida. Un día entraba a la regadera sin la bolsa de ostomía para mantener limpio el estoma, y otro día podía mantener la bolsa dependiendo de las condiciones de la tripita (jijiji).

Los primeros días, según recuerdo, se trata de eso: bañarse, caminar, reposar y seguir respirando. Claro está, en ocasiones llegaba a sentir dolor, tenía varias febrículas al día y no podía conciliar del todo el sueño. Cada día había alguien, al menos una persona, acompañándome. Eso ayuda muchísimo en todo el proceso, que de por sí es físicamente difícil.

Así pues, debía esperar lo suficiente hasta que el especialista me indicara que podía beber líquidos, primero, y luego comenzar lentamente con la ingesta de alimento.
Ahora bien, quizá aún no haya mucha gente leyendo esto, pero si alguien pasa por aquí y tiene alguna duda o comentario sobre todo esto, no dude en expresarla.

En el siguiente post hablaré acerca de la alimentación y de los serios problemas que tuve al respecto. Salú!!!

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